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Qué causa la pérdida de potencia en el motor del coche

Es cierto que un motor de combustión puede perder potencia con el tiempo. Sin embargo, este deterioro debería ser progresivo, y no producirse de un día para otro. Por norma general, si notas que tu coche pierde fuerza sin previo aviso, deberías ponerte alerta, pues lo más seguro es que estés experimentando algún tipo de avería.

Motor

Hay cientos de motivos por los que un motor gasolina o diésel pueden perder rendimiento. Al fin y al cabo, un automóvil es una máquina muy compleja en los que actúan de forma coordinada decenas de sistemas diferentes. En este artículo vamos a listarte las causas más típicas que están relacionadas con la pérdida de potencia del motor de combustión.

Problemas en el sistema de alimentación

Un combustible de mala calidad puede estar repleto de impurezas que saturarán el filtro de combustible Empecemos por lo más fácil de entender. El sistema de alimentación es el que se encarga de llevar el combustible desde el depósito hasta el propulsor. Y, para ello, esto debe hacerse con la cantidad y la presión adecuadas.

Cuando uno de sus elementos falla, no llegará la cantidad correcta de gasolina o el diésel al motor, por lo que tendremos una reducción de potencia considerable:

Filtro de combustible obstruido

Los carburantes que repostamos no siempre están en perfectas condiciones. Pueden tener pequeñas impurezas de residuos sólidos que pueden llegar a hacer mucho daño al motor o a los inyectores. La misión del filtro de combustible es sencilla, pues hace de barrera para que estas partículas no avancen en el circuito hidráulico.

Con el tiempo, el filtro del combustible se puede saturar. Al no pasar la cantidad correcta de combustible, lo primero que notarás es esa reducción de prestaciones, especialmente en momentos de alta carga, como al efectuar un adelantamiento o subir una pendiente.

Adicionalmente, este problema también se manifiesta con un ralentí inestable, dificultades para arrancar el motor e incluso un aumento del consumo de combustible, debido a que la bomba tendrá que compensar el defecto. Cada fabricante tiene sus intervalos para sustituir este filtro. Además, es mucho más importante que hagas este mantenimiento en un coche diésel, pues suelen sufrir bastante cuando este fallo da la cara —así como también el diésel es un combustible un tanto más sucio—.

Bomba de combustible defectuosa

Dentro del circuito del que acabamos de hablar, la bomba es la encargada de enviar el combustible desde el tanque hasta los inyectores o el carburador, según el tipo de sistema de alimentación del vehículo.

Las bombas de combustible pueden deteriorarse con el uso. De hecho, lo hacen más rápidamente si han tenido que trabajar con un filtro obstruido. También se dañan por sobrecalentamiento, fallos eléctricos y corrosión.

¿Cómo se manifiesta la avería? Primero, tendrás problemas para arrancar. Luego, también notarás la pérdida de potencia, sumada a la posibilidad de calar el motor cuando se circula a altas revoluciones. Si el problema de tu motor es este, tendrán que diagnosticarlo en taller midiendo el flujo de combustible.

Inyectores sucios o dañados

En la misma línea tenemos los inyectores. Cuando están sucios, o incluso deteriorados, presentan numerosos problemas. Además de la dificultad de arrancar el coche a la primera, también notaremos un ralentí muy inestable, un mayor consumo de combustible y humo negro. Todo esto, obviamente, acompañado de una reducción considerable de las prestaciones.

Circular con unos inyectores en mal estado es poco recomendable, pues el vehículo te puede dejar tirado —el motor se puede parar en cualquier momento—. En un taller podrán detectar el fallo a tiempo y se procederá a una limpieza.
Si ignoramos el problema, los inyectores se pueden obstruir por completo y dañarse, por lo que tendremos que sustituirlos. Estas piezas son bastante caras, especialmente en vehículos diésel.

Problemas con la admisión de aire

Inyectar combustible a los cilindros no sirve para nada si no introducimos también aire para que se produzca la combustión gracias al oxígeno. El sistema de admisión de aire incluye varios componentes diferentes. Cuando uno de estos no está en buenas condiciones, la combustión no será óptima, por lo que notaremos tirones y una pérdida de potencia del motor:

Filtro del aire obstruido

El filtro del aire es uno de los mantenimientos más básicos que tenemos que hacer en un vehículo de combustión. Como se suele decir, vale dos duros, pero puede causar muchos problemas si no se sustituye cuando toca.
Este filtro suele estar en una zona muy accesible. Lo ideal es revisarlo de vez en cuando. Si está un poco sucio, podemos sacarlo y darle unos golpes suaves para retirar los residuos más grandes.

A la hora de sustituirlo, ve a por un repuesto de calidad. Deberías hacer este mantenimiento cada 15.000 o 30.000 kilómetros, adelantando los tiempos si conduces mucho por ciudad o por zonas llenas de polvo.

Válvula EGR con problemas

Los sistemas anticontaminación están diseñados para que nuestros vehículos sean más limpios. Sin embargo, suelen dar muchos problemas. La válvula de recirculación de gases de escape (EGR) se encarga de redirigir una parte de los gases de escape de vuelta al colector de admisión. Sirve para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) al bajar la temperatura de combustión de la cámara.

Sobre el papel, es una genialidad. Sin embargo, con el uso, la válvula se atasca por acumulación de carbonilla. Estos sedimentos impedirán el correcto flujo del aire, por lo que el vehículo circulará bastante ahogado.

En el mejor de los casos, la válvula EGR y todo su circuito se pueden limpiar, tanto con aditivos como con maquinaria específica en taller. En el peor escenario, hay que sustituir todo el sistema, lo que tiene un precio bastante alto.

Sensor MAF defectuoso

¿Cómo sabe tu coche la cantidad de aire que está entrando al motor? Pues bien, esa es la tarea del sensor de flujo de aire (MAF), que envía información a la centralita del motor para que haga sus cálculos y mantenga una relación aire-combustible óptima.

Si este sensor falla, tendremos de nuevo una combustión desbalanceada, una de las causas por las que tenemos tirones en el coche. Tendremos un mayor consumo, nos costará arrancar el motor y tendremos una respuesta muy irregular del pedal del acelerador.

Este componente debe ser sustituido en taller, después de que un especialista realice mediciones de voltaje del mismo.

Fallos en el sistema de encendido

Suponiendo que nada de lo anterior es lo que está causando la disminución de la potencia del motor de tu coche, en la siguiente línea tenemos el sistema de encendido, que va a ser clave en los propulsores de gasolina.

Cuando hablamos de encendido, hacemos referencia a las bujías, que son las encargadas de dar la chispa para que la mezcla de aire y gasolina explote. Cuando este sistema falla o tiene un componente defectuoso, no solo perderemos potencia, sino que también nos exponemos a que el motor se detenga por completo.

Problemas con las bujías

Las bujías se gastan con el tiempo, así que hay que sustituirlas en intervalos que marcará el fabricante. Además, hay bujías de distintos tipos y calidades. No va a usar la misma bujía un utilitario con un pequeño motor tricilíndrico que un vehículo deportivo con motor rotativo.

Pero, ¿qué ocurre si la bujía no funciona correspondiente? Si la chispa no se produce en el momento correcto, la combustión se puede retrasar. Se notará como un tirón. En el peor de los casos, la chispa no se generará, lo que hará que tengamos un cilindro vago y la potencia se reducirá drásticamente, llegando incluso a pararse por completo el vehículo.

Hay muchos motivos por los que unas bujías pueden dejar de funcionar. El desgaste es la causa más común, pero también pueden inutilizarse por culpa de la carbonilla, exceso de temperatura o incluso una incorrecta manipulación sin el útil correspondiente.

Cableado de encendido o bobinas en mal estado

En otras ocasiones, los problemas de encendido ocurrirán, pero no serán las bujías las que estén dañadas. Cuando el cableado eléctrico o las bobinas que dan corriente a las bujías no hacen su función, las bujías no podrán generar la chispa. Los síntomas son exactamente los mismos que hemos comentado en el caso anterior.

Poco podemos hacer aquí más que prevenir. Cuando vayamos al taller a hacer nuestros mantenimientos periódicos, nuestro mecánico de confianza debería hacer las comprobaciones pertinentes para detectar anomalías y adelantarse al fallo.

Averías en el sistema de escape

Supongamos que nuestra avería no tiene nada que ver con el combustible, ni con la admisión de aire, ni con el encendido. ¿Qué nos falta en la ecuación? Pues, el escape. Este sistema también está compuesto por un gran número de componentes, especialmente en los vehículos más modernos, que están diseñados para que tengan menos emisiones de gases nocivos.

Si el motor no puede expulsar de forma correcta los gases de combustión, el vehículo también va a experimentar una reducción de prestaciones. Por norma general, las averías más típicas de este sistema son las siguientes:

Obstrucción en el catalizador

El primer gran sistema anticontaminación que tienen nuestros vehículos es el catalizador. Utilizando metales preciosos como el platino o el paladio, se encarga de romper gases contaminantes para simplificarlos y que se expulsen sustancias menos nocivas, como el vapor de agua o el dióxido de carbono.

Con los kilómetros, el catalizador se puede llenar de depósitos de carbonilla, aceite requemado y otras partículas que reducen su eficiencia y hacen tapones. Al no poder evacuarse de forma correcta los gases de escape, el motor verá reducida su potencia. Si necesitas un símil para entenderlo, imagina que solo pudieras exhalar la mitad del aire que respiras. Te costaría mucho más realizar cualquier actividad física, ¿verdad?

Cuando solo es suciedad, el catalizador se puede limpiar. Sin embargo, cuando hay daños, hay que sustituirlo. Por desgracia, es una pieza muy cara, especialmente en los coches más modernos que tienen homologaciones Euro más avanzadas.

Sonda lambda defectuosa

Para no abrumarte con mucha teoría, diremos que la sonda lamba hace una tarea similar a la del sensor MAF del que hablábamos unos epígrafes más arriba. Básicamente, mide la cantidad de oxígeno, solo que en el escape. Así, la centralita del automóvil puede saber lo precisa que ha sido la combustión.

Cuando la sonda se rompe, la centralita trabajará con valores incorrectos, lo que dará como resultado una combustión mal equilibrada. Los coches modernos usan varias lamba en el escape, por lo que la centralita suele detectar rápidamente una avería en estas sondas, notificándotelo con la luz correspondiente de fallo motor en el cuadro.

Obstrucción del filtro de partículas

El filtro de partículas ha sido durante años un componente casi exclusivo de los vehículos diésel. La cosa ha cambiado en los últimos tiempos, pues las normativas medioambientales de la Unión Europea han presionado para que los fabricantes equipen también estos sistemas en los vehículos de gasolina.

El filtro de partículas es como un panal de abejas que retiene las partículas nocivas de hollín para que no acaben en tus pulmones. La idea es retenerlas en los trayectos cortos —usualmente en ciudad—, donde no se dan las condiciones para que estos elementos se quemen debido a la baja carga del motor. Al salir a carretera, ya fuera de las condiciones de tráfico intenso, las partículas se pulverizan gracias a la regeneración mediante un proceso de pirólisis, expulsándose hacia afuera.

Al igual que los sistemas anteriores, si el filtro se satura, los gases de escape no tendrán huecos por los que salir y el motor tendrá que trabajar con una carga más baja. Si nos vamos al taller, lo normal es que reparen el problema conectando el vehículo a una máquina para forzar la regeneración. La alternativa es desmontar el sistema y limpiar o sustituir.

Problemas con en el circuito de refrigeración

Aunque los componentes principales del motor funcionen bien, todo puede irse al traste si los sistemas auxiliares no realizan su rutina correspondiente. En este caso, la refrigeración del motor tiene un peso muy importante. Si no fluye el agua por los circuitos, la aguja de temperatura subirá y el motor tendrá que trabajar con una carga más baja. No obstante, lo normal es que el coche se acabe parando por completo.

Termostato en mal estado

El termostato es una válvula que regula el flujo de refrigerante entre el motor y el radiador. Cuando el motor está frío, el termostato permanece cerrado para permitir que el motor alcance rápidamente la temperatura óptima de funcionamiento. Una vez que el motor alcanza la temperatura adecuada, el termostato se abre para permitir que el refrigerante comience a enfriar el bloque.

Si el termostato está atascado en la posición cerrada, el refrigerante no podrá circular hacia el radiador, lo que provocará un sobrecalentamiento del motor. Por otro lado, si el termostato está atascado en la posición abierta, el motor tardará más en alcanzar la temperatura óptima de funcionamiento, lo que puede afectar la eficiencia del propulsor.

Si tu coche tarda mucho en llegar a 90 °C, debes llevarlo a revisar. Lo mismo ocurrirá si notas que la aguja se pasa rápidamente de esta cifra.

Bomba de agua averiada

La bomba de agua no es infinita. Normalmente, se cambia con la distribución. En los coches que llevan cadena, también hay que revisarla de vez en cuando. Y es que, si deja de bombear fluido de forma correcta, correremos el riesgo de quedarnos tirados.

Si la bomba de agua está averiada, lo normal es que el motor comience a sobrecalentarse. La ECU, para evitar que el bloque se gripe, reducirá la carga o incluso parará la inyección. Esto hará que el coche no acelere aunque pisemos a fondo el pedal.

Radiador con fugas u obstruido

El último elemento del sistema de refrigeración es el radiador, que enfría el líquido a través de sus ranuras, por las que pasa el aire. Si los canales de aire del radiador están obstruidos (bichos, polvo, ramas…), el refrigerante no podrá bajar de temperatura, llevándonos a un escenario muy similar al que hemos descrito en el punto anterior.

Por otro lado, los tubos pueden picarse, perdiendo presión en el sistema, lo que hará que el líquido hierva y pierda su capacidad de refrigerar el bloque. El resultado será idéntico, y el coche primero perderá potencia y luego se acabará deteniendo.

A todo esto tendríamos que sumar también otros problemas relacionados con el radiador, como un fallo en el ventilador o incluso la pérdida del fluido por culpa de un mal sello en cualquier otra parte del circuito.

Averías mecánicas del motor

Por probabilidad, es más común que el fallo se deba a una avería de las previamente mencionadas, que a una rotura del motor en sí. En cualquier caso, si tu motor ha comenzado a perder potencia, también puede deberse a estas causas.

Desgaste y pérdida de compresión

El principal motivo por el que medimos la vida de un coche en kilómetros es porque los motores se gastan con la fricción. Cuantos más kilómetros, más desgaste tendrá el propulsor.

Los pistones, anillos y cilindros forman el corazón del motor. Se encargan de convertir la energía química del combustible en energía mecánica. Si tienen mucho tiempo, están mal lubricados o se sobrecalientan, generarán más fricción, por lo que más metal se desprenderá de ellos. La presión se escapará, entrará aceite en la cámara y perderemos muchos caballos por el camino.

Con el tiempo, estos componentes pueden desgastarse o dañarse debido a diversos factores, como la falta de lubricación, el sobrecalentamiento del motor, la presencia de contaminantes en el aceite o el combustible, y la fatiga de los materiales.

Junta de la culata dañada

Es perder potencia y a todos se nos viene a la cabeza la junta de la culata. Este componente sella la unión entre el bloque y la culata, evitando así pérdida de compresión y mezcla de fluidos.
Si hay una rotura en este componente, el motor perderá su estanqueidad, lo que significa que perderá compresión y, en última instancia, potencia. La solución pasa por la sustitución. Como hemos comentado alguna que otra vez, es una de las reparaciones más caras que hay.

Árbol de levas y válvulas desgastadas

Mucho menos común, pero reseñable, al fin y al cabo. El árbol de levas se encarga de la apertura de las válvulas. Cuando el motor necesita más carga, este elemento girará más rápido y abrirá durante más tiempo la admisión.
Por culpa de la fricción, las levas se gastan, lo que significa que las válvulas no llegarán a abrirse del todo, pues no llegarán a hacer el recorrido completo. Lo mismo pasa si la válvula se deteriora con la propia fricción.

Esta reparación también es bastante cara. Es muy recomendable darle solución cuanto antes. Si seguimos utilizando el coche con normalidad —aun con la disminución de rendimiento—, acabaremos con averías más graves en otros componentes del propulsor.

Problemas con la distribución

La distribución es, en resumidas cuentas, la que marca el tempo de la apertura y cierre de válvulas. Hay coches que usan cadena y otros que utilizan una correa. En ambos casos, el funcionamiento es el mismo. Si la correa o cadena se estira, la sincronización no será óptima y perderemos prestaciones.

Además, si faltan dientes o se pierde la tensión, se corre el riesgo de rotura, motivo por el que muchos coches van al desguace, pues la avería que se genera es, en ocasiones, imposible de reparar.

Fallos en el sistema de control del motor

Ya hemos hablado de la centralita con la lambda y la inyección. En esencia, funciona como un ordenador que recibe señales, las interpreta y envía otras para que el vehículo actúe según unos parámetros de programación.

La centralita, también conocida como ECU, se puede dañar al igual que puede estropearse un portátil o un teléfono móvil, por lo que dará instrucciones incorrectas o incluso dejará de funcionar por completo.

También puede darse el caso de que el cableado que va a la ECU tenga falsos contactos o corrosión, por lo que no llegará la alimentación correspondiente.

Las cajas de fusibles del vehículo también tienen un papel importante de cara a la centralita. Hay veces que no será la propia ECU la que falle, sino un fusible que le estará impidiendo la comunicación con los distintos sensores.

Otros factores

Tras este enorme repaso, vamos con unos últimos casos en los que también podemos experimentar una reducción de la potencia del motor de nuestro vehículo:

Aceite de motor inadecuado o degradado

El aceite es un mantenimiento clave en un coche de combustión. Si no se cambia a tiempo, corremos el riesgo de gripar. Del uso, el aceite se vuelve más denso y no consigue lubricar correctamente las piezas móviles del propulsor. Aunque parezca ridículo, un coche con un aceite en un pésimo estado puede notarse totalmente apagado, sin capacidad de hacer recuperaciones o aceleraciones rápidas.

Combustible de baja calidad

Un combustible adulterado, o de mala calidad, también puede ser la causa de una mala combustión. Hay que recordar que la gasolina y el diésel se caducan, es decir, no se pueden almacenar para siempre. Si alimentamos nuestro coche con un combustible que no está en buenas condiciones, no se producirá bien la combustión —o no se producirá directamente—.

Condiciones del ambiente

Si has llegado a esta entrada porque tienes un coche atmosférico y has notado que funciona peor cuando estás conduciendo en terrenos montañosos, no deberías preocuparte demasiado. Es normal.

En grandes alturas, el aire tiene una menor densidad de oxígeno. Al haber menos presión, el motor atmosférico, que trabaja a la presión de la atmósfera, tendrá que trabajar con una menor proporción de oxígeno, lo que se traducirá en una pérdida momentánea de prestaciones. Será cosa de la física, no de tu vehículo.

Fuente: Mundo Deportivo